Acabamos de despedirnos de un año que nos ha trastornado a todos a todos los niveles y que nos ha obligado a cuestionarnos y reenfocarnos en las cosas de máxima prioridad en todos los niveles: Estados, Comunidades Territoriales, servicios públicos e incluso a nivel individual.
La pandemia de coronavirus Covid-19 ha planteado un gran desafío para el mundo de hoy, el de aprender a lidiar con una crisis global inusual y urgente, y de encontrar rápidamente formas de adaptarse. Este ha sido el caso de nuestra organización, que ha demostrado una gran capacidad de adaptación para seguir prestando servicios a las regiones miembros y la realización de reuniones ordinarias de sus órganos manteniendo la continuidad en la comunicación y presencia, muy fuerte en eventos internacionales en formato virtual. Esto sumado a acciones relacionadas con el contexto actual como la organización de campañas de donación de mascarillas y pruebas de PCR en beneficio de las regiones miembros más afectadas.
También hemos sido testigos con gran orgullo de todos los esfuerzos realizados por las regiones y gobiernos intermedios que son miembros de nuestra organización para hacer frente a esta pandemia y asegurar la continuidad de sus servicios a la ciudadanía en condiciones muy complicadas y difíciles.
Si hoy la promesa de una vacuna presenta un resultado tan esperado de esta crisis de salud, es seguro que esta pandemia ha planteado importantes desafíos económicos y sociales, así como en términos de gobernanza de los estados y territorios y cooperación internacional.
También arrojó luz sobre la importancia de las personas como propósito principal de todas las políticas y acciones públicas y en el desarrollo de programas de desarrollo económico y territorial. Más que nunca, esta crisis ha demostrado la urgencia de dar respuesta a las necesidades básicas de los ciudadanos, especialmente el acceso a diversos servicios públicos ya sea en materia de atención médica, educación, acceso al agua potable. Al mismo tiempo, requiere acelerar la democratización del acceso a las nuevas tecnologías para todos y la lucha contra todo tipo de vulnerabilidades.
Esto solo se puede hacer si logramos desarrollarnos de manera rápida y profunda:
- Sistemas de planificación y gestión para que los programas de desarrollo formen parte de los procesos de desarrollo territorial y sostenible.
- Los modos de gobernanza de los países, mediante el fortalecimiento de los procesos de descentralización, particularmente en los países del Sur y mediante una mejor distribución de roles entre los diferentes niveles de gobernanza, basados en los principios de subsidiariedad, diferenciación de roles y de complementariedad.
En este contexto, las regiones y los gobiernos intermedios se posicionan como la escala territorial idónea para diseñar, en una visión global e integrada, las estrategias y planes de desarrollo sostenible, y para definir con precisión los proyectos de consulta con las comunidades de las escalas inferiores, los agentes no estatales, operadores económicos y ciudadanos.
La visión de desarrollo en este contexto también implica la materialización de una planificación estratégica integrada a la visión nacional, cercana a la realidad, enfocada en resultados cuantificables y basada en programas de desarrollo sustentable, integrado, territorializado y centrado en el ser humano. Este enfoque debe ir absolutamente acompañado de capacidades técnicas y de gestión para sentar las bases de esta planificación estratégica y el seguimiento de sus objetivos.
Es en este contexto, y como primer portavoz de la Organización de Regiones Unidas, que constantemente he planteado en diversos encuentros nacionales e internacionales, lo importante que es fortalecer el rol regiones y procesos de descentralización, particularmente en los países en desarrollo.
En efecto, y a pesar de la importancia creciente de un discurso que considera que solo los regímenes centralizados pueden superar grandes crisis como la de la actual pandemia movilizando todos los recursos del país, hoy es innegable que los países que los que mejor han logrado contener la crisis son los Estados democráticos, en los que los diferentes niveles de gobernanza cooperan en plena complementariedad. La efectividad de la respuesta a la emergencia Covid-19 o cualquier otra crisis depende en gran medida del nivel de articulación entre los distintos actores territoriales y los distintos niveles de gobernanza, en particular el regional, así como de la participación de la sociedad. civil.
Las regiones y gobiernos intermedios y sus redes están llamados a redoblar sus esfuerzos y fortalecer sus intercambios para acelerar la evolución de los modos de gobernanza y fortalecer su rol y también para fortalecer la cooperación internacional descentralizada.