Los pasados 21 y 22 de noviembre ORU Fogar fue convocada por la FAO a una consulta de expertos titulada “International Consultation on the Urban Food Agenda” en la que se planteó la necesidad de una coordinación más eficaz entre el nivel local y el nacional en la persecución del ODS 2 de la Agenda 2030, Hambre Cero.
FAO partía del reconocimiento del rol esencial de los gobiernos locales en el desarrollo de sistemas alimentarios resilientes y sostenibles. Constataba, sin embargo, la debilidad de muchos gobiernos locales para la prestación de servicios claves y una gobernanza-articulación poco clara entre los diferentes niveles de administración. FAO dejaba asimismo constancia de la dispersión de responsabilidades sobre estas políticas entre muchos ministerios a nivel de gobiernos centrales y unos procesos de descentralización muy débiles. A partir de aquí, 50 expertos de todo el mundo aportaron su expertise, compartieron ideas sobre como cerrar las brechas en las políticas alimentarias nacionales y locales, e intercambiaron buenas prácticas.
En esta consulta, con amplia participación del mundo local, el secretario general de ORU Fogar, Carles Llorens, fue invitado a responder a la pregunta: ¿Qué estrategia debemos tener para cerrar las brechas entre la política alimentaria nacional y local? Llorens respondió muy rápido: “el gap se cierra con gobiernos regionales fuertes, con competencias, capacidades y presupuestos”. Y completó su explicación diciendo que si el ODS 2 Hambre Cero no está progresando es por culpa de los conflictos armados, el cambio climático, las crisis económicas, pero también por la obsoleta gobernanza en muchos países. “Con países descentralizados y con una lenta burocracia centralista -afirmó- no se puede ser eficiente”.
El contrapunto más practico lo aportó el ministro de Agricultura, Irrigación, Ganadería y Pesca de Kisumu, Gilchrist F. Owuor Okuom, quién explicó el sistema de intercambio de alimentos urbano-rural de este condado keniano. Siendo Kisumu uno de los territorios más poblados del país y contando con un 50 % de desempleo, este proyecto regional, apoyado por la FAO y financiado por la cooperación italiana, ha permitido el intercambio fluido tanto de pescado, como de frutas, verduras y carne entre diferentes localidades del condado.