Quedamos en la Plaza

Hong Kong

Las Naciones Unidas nos invitan a reflexionar sobre el estado de nuestros pueblos y ciudades, y sobre cómo queremos que sean en el futuro. Octubre y las ciudades, desde el lunes tres, día mundial del Habitat, hasta el día treinta y uno, día mundial de las ciudades; los colores del otoño, los colores de la ciudad, el Urban October.

Desde Habitat I (Vancouver, 1976) hasta Habitat III a celebrar próximamente en Quito, Ecuador, pasando por el Habitat II celebrado en Estambul, Turquía, la población mundial concentrada en las ciudades no ha dejado de crecer; si en la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible esa concentración se cifraba en el 37,9% de la población, en 2016 ese porcentaje ascenderá al 54,5%; estamos, por lo tanto, ante el auténtico espacio físico y humano en el que se dilucidará la viabilidad de nuestro sistema de asentamiento humano, la ciudad.  

Sólo algunos datos, las ciudades ocupan hoy el 2% de la superficie total, sin embargo: suponen el 70% del PIB, consumen el 60% de la energía, y producen el 70% de los gases de efecto invernadero y de los residuos globales del planeta. Por lo tanto, octubre es el mes elegido por la ONU para que reflexionemos sobre el fenómeno más determinante de nuestra realidad contemporánea. 

En la concepción urbana contemporánea el espacio público ha sido, por lo general, desdeñado, subestimado; el modelo basado en la fragmentación y en la urbanización difusa fue ganando terreno desde los años setenta del pasado siglo al tradicional modelo de ciudad densa y compacta. Sin duda, la masiva incorporación del vehículo privado ha incidido de manera decisiva en la configuración de nuestras ciudades y en la supremacía de los espacios (viviendas) y medios (vehículos) privados sobre los espacios públicos comunes.

Esa pretendida racionalización de la ciudad por medio de su zonificación y especialización atendiendo, por lo general, sólo al transporte, nos presenta un modelo que ahoga la esencia de la ciudad como sujeto de tensión entre los actos privados que le dan sentido (residencia, trabajo, ocio…) y el encuentro entre personas y seres que, por lo general y en su mayoría, nos son desconocidos; ese encuentro que propicia la interacción entre desconocidos es la esencia del espacio público.

Esa idea fue ya formulada por una mujer hace ya más de cincuenta años; Jane Jacobs nos avisó y advirtió sobre los males que aquejan a las ciudades que sacrifican sus espacios públicos a ideales de configuración racional que olvidan el encuentro entre ciudadanos, su reivindicación de la acera como referencia de seguridad ciudadana, de encuentro y socialización son hoy vigentes. Las mujeres, por lo general, hemos ocupado los espacios públicos de una manera más rica e interesante que los hombres; nosotras acumulamos experiencia en la ocupación de los espacios de juegos infantiles; nosotras sabemos de la importancia del comercio de proximidad; nosotras somos las principales usuarias del transporte público…esa experiencia acumulada del uso e importancia del espacio público, tantas veces debida a la segmentación de los roles de género, nos dota de un valor especial a la hora de reivindicar el espacio público como espacio esencial en la configuración de las ciudades y nos coloca ante el reto de exigir una feminización no sólo del espacio público, sino del conjunto de la ciudad.

Hoy nos toca repensar la ciudad sobre la base de actuar sobre su consolidado urbano conteniendo su frenética expansión; hoy nos toca  repensar la ciudad sobre la base del transporte público aceptando que el actual sistema de transporte privado puede llevarnos al colapso.

Como responsables públicos, en el Gobierno de Euskadi, estamos en la senda: estamos formulando proyectos de regeneración integrada de los barrios de los años de la industrialización y abordando propuestas de transformación del sistema de transporte público colectivo y de última milla. Estamos convencidos que la ciudad del futuro será una ciudad cuyo motor será la ciudadanía, una ciudad inclusiva, diversa, una ciudad cuyo espacio público sea un lugar de encuentro. 

Nos vemos en la plaza. 

 

Ana Oregi

Consejera de Medio Ambiente y Política Territorial del Gobierno Vasco.

 

 


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