De la seguridad alimentaria a la soberanía alimentaria
Ivonne Yánez
Directora de Cooperación Internacional de la Prefectura de Azuay, Ecuador
Coordinadora del Core Group de Seguridad Alimentaria
(Hay la propuesta sobre la Mesa del Buró de ORU Fogar de cambiar su nombre por el de Soberanía Alimentaria)
La seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria son categorías muy diferentes, en sus orígenes, en sus objetivos y en su consecución. La seguridad alimentaria se centra principalmente en abordar asuntos nutricionales o de acceso a alimentos mientras que la soberanía alimentaria considerara de manera integral el derecho a la alimentación, que no puede disociarse de los derechos de los campesinos, los derechos a la tierra y territorios, derechos culturales, el derecho humano al agua, el cuidado de las semillas propias, la permacultura o agroecología urbana o rural, el cultivo sin transgénicos o agrotóxicos, la agricultura familiar y comunitaria.
El concepto de seguridad alimentaria se asienta a fines de los años 40, entre otras cosas, para diseñar el manejo de los excedentes de producción de alimentos. Su implementación ha estado ligada desde el inicio a la imposición de regímenes alimentarios industriales y en el control corporativista y mercantil. Con las políticas neoliberales, de los años 80 en adelante, el hambre y la malnutrición no han parado de crecer, y no por falta de alimentos, sino por una falta del ejercicio del derecho a la alimentación. Ante esto, surge la soberanía alimentaria como una propuesta sociocultural y colectiva. Y más recientemente incorporando los derechos de la naturaleza.
El concepto de soberanía alimentaria fue desarrollado por Vía Campesina y fue llevado a debate en la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996. Desde entonces, la soberanía alimentaria se ha convertido en uno de los principales temas del debate agrario global, inclusive en el seno de las instancias de las Naciones Unidas; por ejemplo, fue el tema central del foro de la sociedad civil paralelo a la cumbre mundial de la alimentación de la FAO de junio del 2002.
Entonces, cuando nos referimos a la soberanía alimentaria, estamos hablando de la capacidad de los pueblos de producir los alimentos que necesitan y depender cada vez menos del consumo de productos alimenticios que vienen de tierras lejanas o que son impuestos con la estandarización de dietas y consumos alimenticios. Es decir, que la soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, pero además a ser producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo.
La soberanía alimentaria no se debe restringir a los pueblos y naciones del Sur Global, sino que también en los países del Norte se debe trabajar en este sentido, puesto que cada vez en el Norte dependen más y más de alimentos venidos de otros confines. A su vez, en muchos lugares del Sur global se sacrifica la soberanía alimentaria de los pueblos para ocupar las tierras con cultivos que se exportan a países del Norte. El concepto de soberanía alimentaria quiere romper con esta premisa impuesta por la globalización neoliberal. Una premisa es reducir los cultivos orientados a la exportación y más bien favorecer los mercados locales y nacionales. Una realidad evidente en tiempos del nuevo coronavirus COVID-19.
Dentro de la construcción de soberanía alimentaria, la agroecología es fundamental. No solo por el conocimiento milenario desarrollado por las sociedades campesinas para el cultivo, cosecha e intercambio de alimentos, sino porque la agroecología no requiere de agrotóxicos –muchos de los cuales son importados- sino también porque contribuye a enfrentar el cambio climático al reducir el uso de maquinaria agrícola.
En Azuay, la soberanía alimentaria a través de la agroecología permite recrear los cientos de variedades de semillas y productos, como la papa, el maíz, la quinua, el amaranto, la mashua, la oca, en las zonas andinas, o las calabazas, el cacao, o la yuca en las zonas tropicales.
Una de las políticas que viene implementando la Prefectura del Azuay es transformar a la provincia en una potencia agroecológica mediante un esfuerzo colectivo y participativo de la recreación de los saberes comunitarios, la recuperación de semillas ancestrales, el incentivo del uso creciente de tecnologías propias, libre de transgénicos y agrotóxicos.
Para garantizar este derecho es mandatorio que los pequeños y medianos agricultores, los campesinos, tengan acceso a la tierra, semillas y agua para la producción y comercialización de los alimentos que produzcan.
La soberanía alimentaria está garantizada en la Constitución del Ecuador, entre los objetivos hacia el Sumak Kawsay, por ello, el Estado, en todos sus niveles de gobierno, debe garantizar políticas agrarias a favor de este derecho y, a su vez, ejercer un control ante amenazas industriales o empresariales que quieren monopolizar el agua y la producción agraria, así como detener el peligro de los monocultivos de exportación, los transgénicos y la amenaza extractivista.