El coronavirus sigue marcando el ritmo de particulares, empresas y gobiernos, nos mantiene obligatoriamente conectados y, a su vez, hace que se replanteen la logística, el libre comercio y la globalización. En esta nueva normalidad, resulta necesario valorar el establecimiento de cadenas de suministro más cortas y ágiles, y la creación de flujos comerciales que no dependan de destinos demasiado lejanos.
La globalización ha mostrado su debilidad e interdependencia económica, llegando incluso a afectar a la salud pública. Sin embargo, es posible combatir sus efectos perversos y las desigualdades que crea. Hemos alcanzado el punto de no retorno, siendo testigos de la globalización de los datos, de la educación, del conocimiento, del talento y de las ideas.
Esta crisis de salud hace evidente que las empresas deben diseñar sus cadenas de suministro en torno a la competitividad del riesgo, en lugar de solo el costo. “No tiene sentido abrir una planta de baterías a miles de kilómetros de la línea de producción de coches". Así lo ha indicado Luca de Meo, director general del Grupo Renault.
El modelo de abastecimiento global que alguna vez prevaleció en las cadenas de valor impulsadas por productos de bajo coste ha disminuido a medida que las nuevas tecnologías y los patrones de demanda de los consumidores han ido evolucionando.
La globalización no se ha revertido este año, pero se ha visto obligada a hacer balance y cambiar de rumbo, algo que inevitablemente cuestiona la existencia del modelo actual de las cadenas de suministro y los flujos comerciales en todo el mundo. La regionalización surge como una fuente inmensa de oportunidades, especialmente cuando permite reducir las barreras al comercio y los riesgos, mientras ofrece rapidez y rentabilidad. Los flujos comerciales regionalizados serán esenciales. Por este motivo, es conveniente fortalecer los bloques comerciales regionales con un nuevo diseño de los bienes y servicios de logística de extremo a extremo.
Los modelos económicos en vigor se han quedado sin aliento por la velocidad con la que se suceden los numerosos cambios. Por ello es preciso dar nuevas respuestas.