Hacia una Macro-Región Mediterránea

Eleni Marianou

Secretaria General de la CRPM

Regiones que actúan por la integración, cooperación y cohesión en la cuenca Mediterránea

Las regiones del Mediterráneo – y más allá – siempre se encuentran a la vanguardia de los eventos que ocurren tanto a nivel mundial como local. Se podría pensar que el cambio climático, los flujos migratorios o la contaminación plástica, por citar algunos, suceden con frecuencia independientemente de su propia voluntad. Más allá de su capacidad para gestionar varios portafolios temáticos y/o financieros de acuerdo con sus respectivas agendas y competencias, las Regiones también se basan en sus experiencias e intercambian prácticas con otros territorios y actores, con el objetivo de mejorar siempre su coordinación y resolución de problemas comunes. 

En la Conferencia de Regiones Periféricas y Marítimas de Europa (CRPM), una organización de alrededor de 150 regiones a través de Europa y sus países vecinos, estos aspectos son bien conocidos. En representación de unos 200 millones de personas, la CRPM hace campaña a favor de un desarrollo más equilibrado del territorio europeo. Desde su creación en 1973, funciona tanto como think tank, así como lobby de las regiones, orientando su acción a que las necesidades e intereses de sus Regiones Miembros sean consideradas en políticas de alto impacto territorial. Entendiendo la importancia de los territorios, la CRPM se organiza en 6 comisiones geográficas que abarcan todas las cuencas marítimas europeas y territorios insulares, entre las que se encuentra la Comisión Intermediterránea.

En el Mediterráneo, las cuestiones de cohesión son aún más importantes, ya que la cuenca cuenta con una alta densidad demográfica, concentrada en su mayor parte en las zonas costeras urbanizadas. Este hecho por sí solo muestra la importancia del mar para esta parte del mundo: el comercio, el empleo, la alimentación, las actividades recreativas, el patrimonio natural, el clima, entre otros, son los que hacen atractiva la zona, no exenta de consecuencias en términos de las actividades económicas y la correspondiente presión sobre el entorno circundante. No obstante, en los territorios mediterráneos también existe una gran discrepancia en los niveles de ingresos de los territorios y las personas. Si bien el Mediterráneo puede ser un lazo de paz y prosperidad para sus habitantes ribereños, estos desniveles pueden convertirse fácilmente en una fuente de conflictos. En la Comisión Intermediterránea de la CRPM, los trabajos se orientan, por tanto, a proporcionar un marco de colaboración y entendimiento mutuo a las Regiones de toda la cuenca, buscando una mayor integración socioeconómica, cohesión y sostenibilidad a través de una mayor cooperación.  

Regresando a nuestros temas introductorios, las Regiones del Mediterráneo llevan más de 10 años trabajando juntas para mitigar los efectos del cambio climático en las zonas costeras. La Carta Bolonia (2012) es una buena práctica que ha ganado más signatarios a lo largo de los años. Beneficiándose del compromiso de las Regiones dispuestas a emprender acciones comunes para la adaptación al cambio climático en las zonas costeras, por ejemplo cuando se trata de fenómenos complejos como la erosión, la Carta promueve un enfoque integrado para la resolución de problemas comunes, según los principios de la gestión integrada de las zonas costeras. Siguiendo sus recomendaciones, las Regiones pueden, por lo tanto, tomar acciones concertadas y coherentes para resolver problemas comunes, impactando así más allá de las meras limitaciones administrativas de sus territorios y trabajando con una variedad de actores para ese fin. Esta iniciativa ha movilizado a lo largo de los años varios cientos de millones de euros en proyectos transnacionales concretos e intervenciones locales en beneficio directo de los ciudadanos que viven en las zonas costeras del Mediterráneo.

En cuanto a la migración, y como consecuencia de la situación geopolítica en el Mediterráneo durante la última década, las Regiones han venido cooperando entre sí para compartir sus prácticas en materia de acogida de personas desplazadas, refugiadas y migrantes, y su integración en sus territorios. Al no haber tenido más remedio que hacer frente a la situación, la cooperación y el intercambio de prácticas han sido clave, como lo demuestra el proyecto REGIN (AMIF), para permitir a las Regiones cierta perspectiva sobre cómo incluir a sus recién llegados en la mejor medida posible a través de una mejor coordinación con todos los actores territoriales clave y la mejora del desempeño de sus propias políticas. 

Por último, en cuanto a la contaminación, especialmente por plástico, las Regiones Mediterráneas también han estado desarrollando políticas y acciones para mitigar la contaminación en el mar, recolectando plásticos en tierra, en mar, reciclando o estudiando alternativas para su producción y uso. Como dice el lema “el plástico no conoce fronteras”, lo que ha hecho que sea inevitable que las Regiones se unan, junto con los países, las organizaciones intergubernamentales como la Unión por el Mediterráneo, los sectores público y privado o los actores de la sociedad civil para luchar contra este problema.

Estos tres ejemplos muestran claramente que la acción unilateral ya no es relevante para abordar tales desafíos. Esto nos lleva a reflexionar sobre la gobernanza del Mediterráneo y sobre cómo podría mejorarse para hacer un mejor balance de las experiencias de las Regiones, al tiempo que proporciona orientaciones para una mayor integración, cooperación y cohesión entre territorios y sectores.

Como vimos, muchos de los desafíos a los que se enfrentan las Regiones en realidad son compartidos con otras regiones, sino con toda el área del Mediterráneo. Sin embargo, no existe un marco específico establecido y reconocido que facilite la coordinación en todos los territorios, que permita el diálogo a través de la escala de gobernanza multinivel, es decir, territorios a nivel nacional, regional y local, o transversalmente entre sectores.

Los programas de cooperación como Interreg Euro-MED o NEXTMED proporcionan espacios óptimos para que las regiones cooperen en temas comunes identificados con otras partes interesadas. Si bien se benefician de portafolios y estrategias financieras definidas, estos programas están limitados a su respectiva área geográfica de implementación. Otros marcos como la estrategía europea para la región del Adriático Jónico (EUSAIR) y la iniciativa del Mediterráneo Occidental (WestMED) han demostrado ser fructíferos para cooperar y observar una mayor integración, coordinación y cohesión sobre sus respectivas áreas geográficas de influencia. Dicho esto, sería necesario una mayor coordinación y adecuación entre programas y estrategias, a su vez, entre programas y estrategias sería necesario optimizar al máximo el uso y el impacto de los fondos públicos y privados en los territorios. 

En este sentido, varias redes de autoridades locales y regionales se han unido para resaltar la necesidad de más coordinación, integración y cooperación en la cuenca mediterránea para lograr una sólida cohesión. La Alianza de Cooperación Mediterránea o “MedCoopAlliance” (2019) está formada por la Comisión Intermediterránea de la CRPM, MedCities, Adriatic-Ionian Euroregion, Pyrenees-Mediterranean Euroregion, Arco Latino, y más recientemente COPPEM, todos en representación de las Regiones del Mediterráneo, municipios o ciudades sobre varias áreas temáticas de interés.

La conclusión de la Alianza es simple: para responder a la necesidad de una mayor cohesión integrada para el Mediterráneo, debe crearse un marco más amplio de diálogo y coordinación. Inspirándose en las macro regiones europeas existentes, es entonces que se aboga por una macro-región mediterránea integrada para apoyar una gobernanza más fluida y concertada de la cuenca y operacionalizar mejor la cooperación entre los territorios mediterráneos y las partes interesadas, desde todos sus bordes. Lo haría mejorando el emparejamiento entre los “desafíos y respuestas” identificados provenientes de programas de cooperación, estrategías, iniciativas y actores relevantes que ya existen en la cuenca, centrándose en temas de interés común clave y una mejor alineación de prioridades y despliegue de esfuerzos.

Contar con dinámicas de gobernanza multinivel, geometría variable y con la voluntad de sus territorios y países de unión, esta macro-región mediterránea actuaría como un marco general permitiendo respuestas más adecuadas, colectivas y eficientes a los retos que afectan al Mediterráneo. En este ecosistema, las Regiones ocuparían un espacio estratégico donde su experiencia sería claramente valorada y construida en los procesos de toma de decisiones. Después de todo, retomando nuestros tres ejemplos anteriores, las Regiones son los intermediarios clave entre los desafíos globales y los territorios y, por lo tanto, entre los actores globales y locales.

Para concluir, este breve resumen nos permite comprender la importancia de las Regiones en la implementación de acciones coherentes para la integración, la cooperación y la cohesión en la cuenca mediterránea. Nos recuerda que para garantizar que este proceso sea fluido y sólido, la creación de un marco macro-regional integrado que mejore la gobernanza mediterránea se ha vuelto inevitable y las Regiones están listas para desempeñar su papel en este sentido.

 


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