¿Soberanía alimentaria o seguridad alimentaria?

Dr Adama DIOUF

Presidente de la Asociación de Deartamentos de Senegal

1. Aclaración conceptual

En términos generales, la soberanía alimentaria se refiere a la capacidad de un Estado para definir y aplicar su propia política agrícola y alimentaria, según los intereses de su población, sin perjuicio de la capacidad de otros Estados de acceder a su propia soberanía alimentaria. La guerra en Ucrania, por ejemplo, tiene consecuencias perjudiciales para la producción mundial de cereales de otros países.

Asimismo, la COVID 19 ha contribuido, en los últimos tres años, a acentuar la recesión económica en el mundo, especialmente en la producción agrícola y alimentaria.

Así, las políticas de urgencia puestas en marcha, por recomendación de las instituciones regionales e internacionales, CDEAO, Unión Africana, ONU, G20, entre otras, no han podido siempre contener estos efectos nefastos sobre la soberanía alimentaria.

La Soberanía Alimentaria tiene como objetivo, a medio y largo plazo, y de manera global e integrada, desarrollar la industria bio-alimentaria, satisfacer las necesidades y preocupaciones de las poblaciones urbanas y rurales, con esta condición previa de una autosuficiencia alimentaria planificada en el tiempo y el espacio, para un desarrollo sostenible.

En cambio, la seguridad alimentaria sería de corto plazo. Es necesario satisfacer las necesidades inmediatas y nutricionales de la población, comer diariamente, beber agua sana y de calidad y curarse.

Pero, en verdad, no hay contradicción o contraposición entre los dos conceptos, sino más bien una articulación o incluso una complementariedad entre las políticas de soberanía y seguridad alimentaria. Se hablaría de seguridad/soberanía alimentaria, para montar que no puede haver sin la otra por razones de coherencia de una política alimentaria y nutricional global.

2. Los recursos territoriales y los retos de desarrollo

Ya se trate de seguridad alimentaria o de soberanía alimentaria, el recurso territorial existe: tierras cultivables suficientes, la disponibilidad de agua, los conocimientos agrícolas que se han modernizado cada vez más gracias a la mecanización con el apoyo del Estado, energía renovable para las explotaciones y las transformaciones agrícolas, una base agraria disponible y diversificada en todos sus componentes, forestales, fluviales, marítimos y terrestres.

Por lo tanto, debemos ser capaces de producir alimentos en cantidad y alimentar a nuestras poblaciones.

El Gobierno de Senegal lo entendió bien al poner en marcha El Plan Senegal Emergent (PSE), única referencia de nuestra política económica y social con una visión «de un Senegal emergente en 2035 con una sociedad solidaria en un Estado de derecho».

Recordemos que el PSE se articula en torno a tres ejes estratégicos:-1- la transformación estructural de la economía y del crecimiento, con la consolidación de los motores del crecimiento y el desarrollo de nuevos sectores creadores de riqueza, empleo, inclusión social con fuerte capacidad de exportación y atracción de inversiones; -2- capital humano, protección social y desarrollo sostenible para una mejora significativa de las condiciones de vida de las poblaciones, una lucha más sostenida contra las desigualdades sociales preservando al mismo tiempo la base de nuestros recursos y favoreciendo la emergencia de territorios viables -3- gobernanza, instituciones, paz y seguridad. Se trata de reforzar la seguridad, la estabilidad y la gobernanza, la protección de los derechos y libertades y la consolidación del Estado de Derecho para crear las mejores condiciones de paz social y favorecer el pleno desarrollo de las potencialidades.

Estos tres ejes permitirán, por sus sinergias y sus efectos convergentes y acumulativos, crear las condiciones de la emergencia.

En el eje 1 del PSE, como se ha indicado anteriormente, Senegal apuesta por un crecimiento económico integrador a partir del sector primario. Los presupuestos dedicados a los sectores de la agricultura, la ganadería y la pesca por el Gobierno del Senegal se han triplicado en 10 años. Recientemente, en el nuevo compromiso del Gobierno, la dimensión de la soberanía alimentaria ha sido puesta más de relieve para mostrar la importancia concedida a esta problemática de soberanía alimentaria por el Presidente de la República Macky Sall, para un desarrollo económico sostenible.

Se pueden citar como ejemplo algunas políticas de seguridad/soberanía alimentaria aplicadas en este sentido. Son:

- para el arroz: una gratuidad de las semillas, una modernización del equipamiento rural, la estructuración del sector, y más acondicionamientos hidroagrícolas, para una autosuficiencia alimentaria;

- para los cultivos comerciales, en particular el cacahuete: se ha reactivado el sector con la reconstitución del capital semilla, la puesta a disposición de semillas certificadas, la subvención de los fertilizantes, la modernización del material agrícola, la fijación del precio al productor suficientemente incitativa;

- Para la producción hortícola: autosuficiencia en cebollas (objetivo alcanzado desde 2015); las exportaciones hortícolas aumentaron un 69% entre 2013 y 2018. Se ha reforzado la dinámica organizativa de los productores y se han modernizado y puesto a disposición las infraestructuras de conservación.

A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años, los desafíos para 2023 y los años venideros siguen siendo:

- construir una agricultura competitiva, diversificada y sostenible para luchar contra la pobreza y alcanzar los objetivos de soberanía alimentaria;

- establecer un programa de adaptación al cambio climático y de mitigación, potenciando nuestra agricultura, con semillas adaptadas y de calidad, fertilizantes y otros fertilizantes a precios accesibles, productos fitosanitarios disponibles, un mayor capital humano y técnico.

Para ello, es necesario acelerar el crecimiento y sostener esta dinámica, movilizar a la comunidad de socios técnicos y financieros, las empresas de transformación agrícola, los industriales y agronegocios, los restauradores, los pescadores, los ganaderos, los distribuidores, los minoristas, es decir, los actores institucionales públicos y privados, en un impulso de solidaridad nacional, para toda la cadena de valores, con el fin de ofrecer y poner a disposición alimentos sanos y en cantidad, a buen precio, cumpliendo con un alto estándar de calidad reconocido y apreciado por todos.

Debemos preservar nuestra alimentación colectiva y desarrollar nuestros territorios explotando todos sus recursos pesqueros, lácteos, animales, agrícolas, forestales.

Por ello, la Ley sobre la propiedad nacional en el Senegal ha hecho de la tierra un recurso de la comunidad que no puede venderse ni alquilarse. El acceso a la tierra está reglamentado para que sea un recurso a disposición de la población. Las facilidades concedidas a las explotaciones familiares encuentran sus razones en esta política basada en un acceso equitativo y democrático a la tierra. La familia, por pequeña que sea, accede a la tierra junto al industrial, con un dispositivo adaptado a sus recursos humanos y financieros. Aunque la problemática del acaparamiento de tierras sigue siendo de actualidad en Senegal y en África en particular.

Los gobiernos deben estar al lado de las comunidades para garantizarles el mínimo de subsistencia, es decir, una ración alimentaria de calidad y en cantidad.

Pero la cuestión de la tierra está lejos de ser una cuestión fácil. Es compleja en su gobernanza y multiforme en su configuración sociológica, histórica y cultural.

Estas problemáticas de soberanía y seguridad alimentaria en nuestros territorios constituyen retos estratégicos importantes para los actores mundiales, de todas las partes, cualquiera que sea el nivel de desarrollo del país, rico, aspirante o pobre, hoy más que ayer, para las generaciones futuras.

Es en estos enfoques conceptuales y dinámicos que el territorio sigue siendo un espacio de vida, un vivido, un construido, del mar a la tierra. Es lo que hicimos con él.

Esta dimensión de lo vivido expresa la relación existencial, forzosamente subjetiva, que el individuo socializado establece con la tierra. El espacio se impregna de valores culturales, sociológicos e históricos que reflejan para cada uno la pertenencia a un grupo localizado; su conocimiento pasa por la escucha de los actores, su apropiación por la consideración de sus prácticas, de sus representaciones y de sus fantasías espaciales.

Para ello, el territorio es «una encrucijada del hombre y de su sociedad».

Asegurémonos de que nuestras políticas agrícolas tengan en cuenta todas estas dimensiones, en nuestras colectividades territoriales, dentro del respeto de las normas medioambientales y de desarrollo sostenible; esto garantiza una movilización de las energías, garantía de la soberanía alimentaria.

El territorio, específicamente la colectividad territorial, está en el centro de la problemática de la soberanía alimentaria.

3. Retos nacionales y mundiales

El territorio agrícola es una riqueza natural que hay que valorizar. Lo mismo ocurre con el territorio costero para nuestras pesquerías artesanales o Industrias que ofrecen oportunidades que merecen ser tenidas en cuenta en cualquier política pública de soberanía alimentaria.

El territorio forestal también tiene las mismas expectativas en cuanto a su aprovechamiento óptimo.

La cuestión del acaparamiento de tierras por los «más fuertes», los industriales, el agronegocio, debería ser objeto de nuestra atención, así como la peyoratión de nuestros recursos forestales y mineros. Me referí a la Ley de tierras nacionales, que reguló la gestión de las tierras agrícolas en el Senegal. Sin embargo, aún quedan desafíos por enfrentar a nivel nacional y mundial.

Nuestros planes territoriales de desarrollo (PCD, PDD, PRD) elaborados por las colectividades territoriales, con el apoyo del Estado, deberían integrar más estas preocupaciones. Las organizaciones de los poderes locales, así como los gobiernos centrales, están aquí interpelados, en el marco de una gestión democrática y de proximidad de los problemas de las poblaciones, en particular una alimentación para todos, es decir, una alimentación sana y accesible.

Los desafíos mundiales siguen siendo una buena política de autosuficiencia alimentaria, seguridad/soberanía e incluso independencia en la agricultura, la alimentación y la nutrición.

Para ello es necesario estimular la reflexión y el intercambio de conocimientos, fomentar la innovación y garantizar la transferencia de tecnología, apoyar la inversión y facilitar el acceso a mecanismos de financiación adecuados, y por último diversificar los sectores de apoyo.

En Senegal, y en África en particular, nuestros productos todavía tienen que ganar con la etiqueta y llevar nuestra notable identidad, nuestro emblema nacional. Hacer que nuestras industrias sean campeonas, líderes para impulsar nuestra economía, nuestra identidad «made in Senegal», «made in mali», «made in Niger» con un proceso de marketing territorial sostenido.

Ya sea en nuestros hogares, en nuestros restaurantes, en nuestras tiendas de comestibles, que nuestros productos locales sean una prioridad en nuestro consumo. «Comer senegaleses», comer los productos locales senegaleses, malienses o chilenos, no sólo debe considerarse una garantía de seguridad y calidad, sino también una fuente de orgullo para nuestra identidad nacional.

El territorio es, a este respecto, una entidad de la sociedad que lo habita; la identidad territorial es tanto una estrategia como un recurso en los procesos de desarrollo. «Los territorios que ganan suelen tener una identidad fuerte».

La identidad tiene su origen en un conjunto de valores que los socios comparten, así como en un orgullo que traduce el deseo «de estar juntos para hacerlo juntos», 

La identidad se construye inicialmente con recursos específicos en el marco de un proyecto común de desarrollo. La identidad permite no solo ser conocido sino también reconocido. La identidad del territorio es un factor de fuerza social.

Esta apuesta puede ganarse si la gobernanza mundial pone el acento en la solidaridad operante Sur - Sur, y Norte-Sur construida sobre una base de asociación beneficiosa, equitativa y digna (el respeto de la identidad).

Pero también hace falta menos conflictos de seguridad, en nuestros territorios urbanos, rurales y transfronterizos, menos egoísmo entre actores, y más justicia social, paz y democracia.Estos son algunos desafíos para una soberanía alimentaria para todos, «hambre cero en el mundo». Cada uno tiene su papel que desempeñar.

 


© All rights reserved ORU. Barcelona 2024