Desarrollo rural en el corazón de las políticas de cooperación para el desarrollo en Extremadura

María Guardiola Martín

Presidenta de la Junta de Extremadura

 

Extremadura es una región que conoce los desafíos históricos y futuros que se plantean en territorios eminentemente rurales. Con más de un 67% de nuestra población residiendo en territorio rural, los extremeños y extremeñas conocemos de primera mano las claves sociales, económicas, político administrativas y medio ambientales que han ayudado a nuestra región a experimentar un proceso de desarrollo con políticas de desarrollo rural que abarcan la producción y sostenibilidad agraria, la atención al reto demográfico o el apoyo a la generación de infraestructuras. 

Este conocimiento acumulado durante los últimos 40 años nos ha servido para orientar las políticas de cooperación para el desarrollo que desde nuestra región realizamos a países y territorios que comparten características con nosotros y nosotras. Acciones que atienden a mantener el equilibrio urbano-rural; a mejorar sistemas de producción agrícola sostenible; proveer servicios básicos en entornos rurales aislados y fortalecer la resiliencia de estos territorios ante el cambio climático. Sin embargo, no se trata solo de compartir la experiencia de la región para mejorar la vida de los habitantes de estos territorios, sino también de mantener y construir lazos ya históricos con otras regiones del mundo con la que compartimos retos, así como de reivindicar conjuntamente el papel clave de los territorios locales y regionales para el cumplimiento de la agenda global de desarrollo. 

El desarrollo rural, tiene muchas caras, diferentes dimensiones y enfoques, pero comparte un fin muy básico y comprensible:  mejorar las condiciones de vida y la resiliencia de la población que reside en zonas rurales. Así, fortalecer las capacidades de mujeres de zonas rurales para mejorar sistemas de seguridad alimentaria o bien, fomentar el turismo local como elemento dinamizador para el desarrollo económico local, constituyen acciones con enfoques diferentes, que influyen en condiciones sociales, culturales o económicas distintas, pero cuyo objetivo último común es la mejora de las capacidades y de las oportunidades de la población rural. 

Actualmente, son muchos los proyectos de cooperación internacional que contribuyen al desarrollo rural y que apoya la Junta de Extremadura a través de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID), principalmente en países de América Latina y África Occidental. En El Salvador contribuimos a hacer accesible agua segura y en cantidad suficiente en zonas rurales más empobrecidas, dotando a más de 200 familias de un sistema de abastecimiento de agua domiciliar potable. En Senegal, apoyamos la mejora de la seguridad alimentaria a través de una agricultura resiliente en una región que sufre las consecuencias del cambio climático y que ha sido identificada como una de las más vulnerables a la inseguridad alimentaria en el país. En Mali, reforzamos la resiliencia ante las crisis alimentarias de mujeres campesinas a través de la creación de cooperativas y de la formación continua en técnicas agrícolas. Además, fortalecemos el sistema de salud facilitando el acceso al agua a través de la construcción de fuentes públicas alimentadas con suministro solar.

En este sentido, es clave señalar que el desarrollo rural de nuestros territorios parte de una identificación de retos y necesidades que se realiza desde el propio territorio. Es decir, por la propia población, instituciones y organizaciones que residen en esos territorios. Esta ha sido nuestra experiencia en desarrollo rural participativo, y es ese el camino en el que acompañamos a otros territorios y personas que los habitan.  

En este contexto, quiero señalar el papel esencial de los gobiernos locales y regionales en el desarrollo rural para avanzar en la agenda global de desarrollo. Porque somos los gobiernos regionales y locales los que conocemos de cerca las necesidades y retos en nuestros territorios. 

No hay ninguna instancia mejor posicionada que pueda expresar las necesidades de su gente. Sin embargo, en un escenario cada vez más globalizado e internacionalizado, requerimos acompañamiento conjunto y la habilitación en los espacios de diálogo y articulación necesarios para poder expresarlas y atenderlas. Sin duda, unir las voces para reivindicar el papel esencial de los gobiernos regionales y locales para la consecución de los retos de la agenda global, así como liderar y definir los siguientes pasos en la hoja de ruta del desarrollo rural y darle la forma y la dimensión requerida, es el reto al que hoy nos enfrentamos. El desarrollo rural es una de nuestras prioridades. Extremadura ha comenzado su transformación y, como presidenta de la Junta de Extremadura, utilizaré todas las herramientas para mejorarlo. La Ley de Cohesión e Igualdad Territorial que estamos impulsando y la Agenda para el Liderazgo, la Modernización y el Avance de Extremadura, en sus siglas 'ALMA', son dos ejemplos recientes de ello.

 


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