No somos unos recién llegados al debate alimentario. Desde el año 2008 de nuestra organización, ORU Fogar tiene un acuerdo con la FAO y un Grupo de Trabajo sobre Seguridad y Soberanía Alimentaria, pero, sobre todo, lo que acredita nuestra dedicación al tema son las cinco cumbres Hambre Cero que hemos organizado.
En el año 2010, en Dakar, nuestra primera cumbre sirvió para que las regiones levantáramos el dedo diciendo: ‘Aquí estamos en la lucha contra el hambre’. En plena crisis del 2008, se denunció como se había empezado a especular con los alimentos como nunca antes había sucedido. Y se llamó la atención respecto a cómo las importaciones a bajo precio, que permitía la globalización estaban, en muchos territorios, estaban destruyendo sectores agrícolas locales.
En el 2012, en Antioquía, Colombia, se insistió en el rol protagónico de las regiones, mostrando muchas buenas prácticas, como el proyecto Maná del propio departamento colombiano. En el 2018, en el Azuay, Ecuador, se dijo: “Somos la generación que vamos a acabar con el hambre en el mundo”. No sabíamos que la pandemia de la COVID19 iba a arruinar nuestro propósito. En aquella III Cumbre, en cualquier caso, se pudo de relieve la importancia de proteger y dignificar el campesinado, pero también de defender el mundo rural, una estrategia en la que ORU Fogar ha perseverado y ha hecho suya.
En la IV Cumbre, en la Araucanía, Chile, en la que ya estuve como presidente, creo que hicimos un gran trabajo. Después de años de debate, ahí, apostamos por asumir el concepto de Soberanía alimentaria, como superador del concepto “Seguridad alimentaria”. Desde mi punto de vista lo más remarcable de aquel encuentro fue, sin embargo, el impacto que tuvo en todos la presentación de la política anti-desperdicio alimentario del País Vasco. Creo que, tras el aumento de las cifras del hambre de la COVID y de la Guerra de Ucrania, en aquella política, todos vimos una posibilidad muy real y al alcance de todos de recortar cifras de hambre. No tuvo menos impacto la conferencia del escritor Paúl Robert que con su “El hambre que viene” supuso una seria advertencia sobre lo que nos puede pasar, en este ámbito, en el futuro.
Y la V Cumbre por primera vez va a realizarse en Europa, concretamente, en un territorio donde se sabe mucho sobre el tema: Catalunya. Hablar ahí de soberanía alimentaria es, sin duda, un gran desafió porque en Catalunya sólo se produce el 40 % de los que se consume, lo que supine que el 60% viene del exterior. El Gobierno catalán, en cualquier caso, tiene una estrategia alimentaria muy clara que pasa por impulsar una ley de soberanía alimentaria, por una política de denominaciones de origen muy consolidada, por una promoción de toda clase de productos, por contar con un acreditado instituto de investigación alimentaria, por disponer de una formación profesional agraria muy amplia y, finalmente, por continuar impulsando una gastronomía que es referencia en el mundo. Al lado de estos activos ahí hay también graves problemas que se están enfrentando el más grave de los cuales es la sequía y como esta está condicionando la agricultura catalana. Y al lado de la sequía, el sector agrícola catalán, como el del resto de Europa, está altamente movilizado contra la burocratización y por la que entienden “competencia desleal” de los productos que llegan de fuera la de la Unión Europea.
De todo esto vamos a hablar en Barcelona del 2 al 4 de octubre, en un programa que hemos preparado con la Generalitat de Catalunya, a quién agradecemos mucho el esfuerzo realizado. Un extraordinario momento para compartir buenas prácticas, para escuchar a la FAO o para atender las recomendaciones que surjan del debate de aquellos tres días. Les esperamos a todos.