El regionalismo tuvo una presencia destacada en la COP30 celebrada en Belém, donde gobiernos subnacionales de todo el mundo defendieron la necesidad de integrar plenamente a las regiones en la arquitectura climática global. Regions4, que asume la representación de ORU Fogar en temas ambientales y peculiarmente en estas cumbres, coordinó la participación de una delegación compuesta por decenas de gobiernos regionales comprometidos con impulsar una acción climática más ambiciosa, efectiva y centrada en los territorios.
A lo largo de la cumbre, las regiones llevaron a múltiples espacios de debate un mensaje coherente: la acción climática sólo será efectiva si se articula desde una gobernanza multinivel, si se garantiza financiación directa para los gobiernos subnacionales y si la transición ecológica incorpora criterios reales de justicia climática. Estas posiciones quedaron reflejadas en el documento “Position Paper for COP30” presentado por Regions4, donde se plantea la necesidad de fortalecer la resiliencia territorial, proteger los ecosistemas y asegurar que la transformación hacia modelos sostenibles no deje a ningún territorio rezagado.
La delegación regional denunció que, pese a ser responsable de implementar buena parte de las políticas de adaptación, el acceso a los mecanismos internacionales de financiación climática sigue siendo sumamente limitado. Por ello, las regiones reclamaron procedimientos más ágiles, fondos específicos y marcos de cooperación que reconozcan su papel como ejecutores directos de políticas climáticas en el terreno. La necesidad de contar con herramientas estables para planificar inversiones a largo plazo fue uno de los puntos más recurrentes en las intervenciones regionales.
Otro eje de preocupación fue el reconocimiento político. Las regiones insistieron en que su rol estratégico en ámbitos como la transición energética, la gestión del agua, la movilidad sostenible o la protección de la biodiversidad debe reflejarse en los procesos oficiales de la ONU. Reclaman pasar de una participación meramente observadora a una inclusión plena en los espacios de toma de decisiones, donde sus aportaciones pueden acelerar y reforzar las medidas climáticas nacionales.
El enfoque de “justa resiliencia” defendido por Regions4 ocupó también un lugar central en las discusiones. Las regiones plantearon que la resiliencia climática solo será sólida si tiene en cuenta desigualdades estructurales, protege a las comunidades más vulnerables y refuerza los sistemas económicos locales bajo criterios de sostenibilidad. Este enfoque, que combina justicia social y adaptación, fue compartido en varios paneles de la Blue Zone y en actos paralelos que reunieron a autoridades regionales, organizaciones internacionales y expertos.
La COP30 fue también escenario para destacar experiencias concretas impulsadas por los territorios. Se presentaron iniciativas sobre soluciones basadas en la naturaleza, estrategias de adaptación costera, planificación hídrica innovadora, neutralidad climática regional y alianzas entre regiones para acelerar la acción climática. En varios de estos espacios se puso en valor la trayectoria de programas como RegionsAdapt, una plataforma internacional que se ha consolidado como referente en cooperación interregional para la adaptación.
La amplia y activa presencia de las regiones en Belém confirmó que el liderazgo climático subnacional continúa creciendo. La COP30 dejó claro que las regiones no solo ejecutan políticas climáticas, sino que están asumiendo un rol cada vez más determinante en la definición de la agenda global. Integrar la mirada territorial resulta imprescindible para avanzar hacia una transición verdaderamente justa, eficaz y sostenible.