El día 25 de septiembre de 2015, la Agenda 2030 fue aprobada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas.
Bajo la atenta mirada de los gobiernos locales y regionales, la sociedad civil, los círculos académicos, y la opinión pública internacional en su conjunto, los líderes mundiales reunidos en Nueva York prometieron liberar a la humanidad de la tiranía de la pobreza y las privaciones y sanar y proteger nuestro planeta. Con este fin, la Agenda 2030 contiene 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas.
Esto representa un gran salto adelante sin precedentes en la lucha contra la pobreza y las desigualdades, así como en la lucha por la sostenibilidad ambiental. Efectivamente, el principio rector de la nueva agenda es que la dignidad humana y la protección del planeta son los pilares sobre los cuales debe basarse el progreso humano.
Los ODS representan una visión universal, inclusiva y transformadora del desarrollo.
Universal, porque todos los países sin excepción están comprometidos con su logro, superando así el paradigma de un mundo bipolar compuesto por países desarrollados y países en desarrollo.
Inclusiva, porque la Agenda 2030 tiene como objetivo que nadie se quede atrás y su concepción misma es el resultado de un proceso de consulta sin precedentes en el que participaron todos los actores, incluidos los gobiernos regionales. Uno de los ejemplos más paradigmáticos de este proceso es la encuesta mundial MY World 2015, que involucró a casi diez millones de personas de 194 países.
Y, transformadora, porque está diseñada no sólo para combatir la pobreza y las desigualdades, entre países y también dentro de cada uno de ellos, sino también para mejorar las condiciones de vida de la gente en todo el mundo, crear oportunidades para un desarrollo pleno de la humanidad y en última instancia garantizar una vida digna para todos los habitantes del planeta.
Los gobiernos regionales deberían estar orgullosos de su contribución a esta agenda. Su voz ha estado presente en el proceso post-2015 y tienen un papel fundamental en la localización y el logro de los ODS.
No cabe duda de que cada gobierno regional tiene que diseñar sus propias estrategias y planes de trabajo según las necesidades y particularidades de cada territorio. Sin embargo, hay cuatro líneas de trabajo generales que pueden facilitar el aterrizaje de los ODS a nivel regional; en las cuales la Campaña de Acción para los ODS de Naciones Unidas y el sistema de las Naciones Unidas en su conjunto pueden prestar apoyo de distintas maneras.
En primer lugar, concienciando a la opinión pública sobre los ODS; lanzando por ejemplo campañas de comunicación sobre los ODS o identificando las oportunidades existentes para promocionar los ODS (por ejemplo, incorporando los ODS en eventos públicos y espacios gestionados por el gobierno regional).
En segundo lugar, permitiendo un enfoque basado en múltiples interesados; por ejemplo, incitando a representantes de distintos sectores de la sociedad y desarrollando estructuras existentes como consejos consultivos para generar un debate abierto sobre la localización de los Objetivos en el territorio.
En tercer lugar, armonizando las políticas regionales con los ODS; esto podría incluir por ejemplo un análisis de las políticas existentes y la definición de modelos para adaptar los indicadores de los ODS, así como garantizando la coherencia de las políticas entre todas las áreas de gobierno y en el seno de cada una de ellas.
Y, finalmente, generando mecanismos sólidos y efectivos para la supervisión a nivel territorial; lo cual puede incluir herramientas para potenciar las consultas públicas abiertas, como la Encuesta MY World 2030 (en formato beta) que permitirá medir la opinión de los ciudadanos sobre los ODS y su tasa de aplicación tanto a escala como a nivel nacional y subnacional.
El liderazgo de ORU Fogar será clave para hacer que llegue este mensaje y de forma general para facilitar el aterrizaje y la implementación de los ODS. Eventos de la magnitud de la VII Cumbre Mundial de Gobiernos Regionales y Habitat III, y propuestas innovadoras como el Primer Premio de Buenas Prácticas Regionales, deberían servir para crear sólidas sinergias y definir los próximos pasos hacia el cumplimiento de la Agenda 2030. Aún tenemos 15 años por delante, pero no hay tiempo que perder y no podemos dejar a nadie atrás.