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Caroline Bidault

Gerente del Programa de País en la División de América Latina y el Caribe del Fondo Internacional de Agricultura (FIDA)

En el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) trabajamos en la promoción de la diversificación y la resiliencia; apoyamos la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres; aportamos para la construcción de sistemas alimentarios sostenibles, que construyan oportunidades para los pequeños agricultores y promovemos mejoras en la conectividad y los enlaces entre las zonas rurales y urbanas. 

Sin embargo, las interrogantes que surgen son: ¿qué pieza dentro de este proceso de la transformación rural, es la que debe articular los esfuerzos de los agricultores, de los gobiernos centrales y de la cooperación internacional? ¿Quiénes son los llamados a crear el vínculo entre lo urbano y lo rural?

Y la respuesta que proviene de la experiencia de cuatro décadas de trabajo a cargo del FIDA es: los gobiernos regionales. Estos niveles de gobierno tienen la capacidad, y en la mayor parte de los casos, las competencias para incidir en las políticas públicas nacionales.

Su posición intermedia dentro del aparato estatal permite establecer coordinaciones con los gobiernos centrales y alianzas con los actores privados locales y extraterritoriales.

Su conocimiento de los territorios y de sus actores, su capacidad para focalizar las necesidades, las soluciones y las poblaciones más vulnerables; la confianza construida en los liderazgos locales, las propias relaciones, redes de contactos y apoyos que manejan estos niveles de gobierno, los hacen el eje articulador de todos los esfuerzos nacionales e internacionales para alcanzar las transformaciones rurales. 

El caso de Ecuador nos sirve para ejemplificar y poner de manifiesto que las transformaciones rurales inclusivas deben considerarse como un elemento central, en los esfuerzos mundiales para la eliminación de la pobreza y el hambre, en la construcción de sociedades sostenibles. 

Los indicadores de la seguridad alimentaria han evolucionado positivamente en los últimos años. Este país andino se ubica en el puesto 62 de entre 119 estados, en el Índice Global del Hambre. Una posición paradójica si tomamos en cuenta los importantes recursos naturales que tiene esta nación y dentro de esta realidad, la situación de los habitantes de las zonas rurales es la más crítica.

Desde mi trabajo en FIDA, he podido constatar que los pequeños agricultores de diferentes países tienen varios puntos en común, pero existe uno de ellos, que es fundamental: su potencial para contribuir al desarrollo sostenible y a la seguridad alimentaria. 

Asimismo, es importante entender que el desarrollo del campo y la superación de las inequidades no se logran, solamente con el incremento de la productividad. Debemos mejorar el acceso de la población rural a los mercados y a sistemas de financiamiento, diseñados acorde a sus condiciones. Así también, la superación de la brecha tecnológica aísla al mundo rural y restringe su necesidad de información e interacción con el resto de la sociedad. La dotación servicios básicos de calidad, como la educación, la salud y la protección social. 

Como condiciones de vialidad y acceso al transporte, la creación de empleos y actividades fuera de la agricultura, por la complejidad del ámbito rural y sus diversas posibilidades a ofrecer; sin olvidar nunca la protección de los recursos naturales.

Pero también, creemos que es primordial actuar en estos aspectos, en los que FIDA ha invertido sus recursos y esfuerzos, para lograr ese cambio que necesita el campo. 

Para terminar, quiero referir una experiencia vivida, en la Misión de Cierre de FIDA, del Programa del Buen Vivir en Territorios Rurales (PBVTR), a punto de finalizar, en Ecuador. En el cantón Guano ubicado en la serranía de este país, la señora Blanca Becerra, integrante de la Asociación de Productores de Guarango y Frutales, beneficiaria de un proyecto de riego presurizado y cultivo de mora, nos dijo entre tanto, “tenemos más dinero para poder alimentar mejor a nuestros hijos. Ahora comemos frutas y verduras que antes no conocíamos”. Es importante señalar que en este proyecto el aporte del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de Guano, fue de 50 mil dólares, en diferentes insumos, con lo cual vemos que es posible superar la pobreza y sus terribles consecuencias, con un trabajo articulado entre los gobiernos regionales y los demás actores.

 


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