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Pedro Santana 

Sociólogo, filósofo e investigador en la Corporación Latinoamericana Sur, miembro de la red Internacional de Biocivilización.

Antes de entrar de lleno con estos conceptos, habrá que definirlos a ambos y presentar pues, sus principales diferencias. Sin duda alguna, ambos términos consideran de vital importancia satisfacer y velar por el cumplimiento del Derecho Humano de que todas las personas tengan acceso a los alimentos necesarios para llevar cubrir las necesidades biológicas de su existencia. 

Aunque estudiados por separado, la seguridad alimentaria es el acceso físico y económico en todo momento de alimentos, suficientes en nutrientes para satisfacer las necesidades biológicas de las personas, para que con ello conlleven una vida activa y sana, según explica la FAO. Por otro lado, la soberanía alimentaria engloba más bien, cuestiones sobre la autosostenibilidad de comunidades locales, regionales y nacionales para la producción de sus propios alimentos; pero disponer de ellos en cantidad y calidad suficiente. 

Esta última, concibe seis pilares que ayudarán a conceptualizar más a fondo el término. Estos son que la soberanía alimentaria se centra en alimentos para los pueblos, pone en valor a los proveedores de alimentos, localiza los sistemas alimentarios, sitúa el control a nivel local, promueve el conocimiento y las habilidades y por último que es compatible con la naturaleza. 

Existen dos diferencias para separar un concepto del otro; una sería que la soberanía alimentaria vela por recalcar la asimetría de poder de los mercados y los espacios de poder que confabulan dentro de estos, como lo puede ser en el ámbito de las negociaciones comerciales multilaterales. También, se centra en cómo producir alimentos, con una orientación primordial hacia la agricultura en pequeña escala, incluyendo a las actividades ganaderas, forestales y pesqueras; discrimina la industria, es preferentemente orgánica y migra a la concepción de Agroecología. 

El concepto de Soberanía Alimentaria se ha fortalecido con el paso de los años, con un mayor hincapié en los usos y abusos de poder en este segmento económico. El tema de la forma de producción de los alimentos es una cuestión política y depende del grado de correlación de fuerzas que exista en cada uno de nuestros países. Así pues, la soberanía alimentaria busca irrumpir en las actuales prácticas en el mercado de la agricultura y en contra de las actuales políticas públicas de los estados, que subsidian en pro de los agronegocios en vez de pensar en los pequeños productores. 

La soberanía alimentaria incorpora los derechos de elegir las políticas relativas a la distribución y consumo de alimentos, y el de las personas a alimentos adecuados desde el punto de vista saludable y cultural, obtenidos a través de métodos sostenibles y ecológicos, así como el derecho de las personas a definir sus propios sistemas alimentarios agrícolas (Foro Mundial de Soberanía Alimentaria, 2007).

El beneficiar al pequeño agricultor, será pues la articulación de la columna vertebral de los problemas de hambrunas en el mundo; ya que esta no es un problema de abastecimiento, sino de pobreza, de ausencia de democracias y de acceso desigual a la tierra, al agua y a otros recursos, especialmente para las mujeres. Hoy en día el 90% de los agricultores de todo el mundo proveen más del 80% de los alimentos que se consumen por países en desarrollo, especialmente en Asia y el África Sub- Sahariana. 

Laura María Gutiérrez Escobar, doctora en Antropología con la tesis “The Political Ontology of Seeds: Seed Sovereignty Struggles in an Indigenous Resguardo in Colombia” por la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, predice grandes desafíos para la puesta en práctica de la soberanía alimentaria; que son reconocer las potencialidades contra hegemónicas de la soberanía alimentaria, reformar el Estado Nacional, lograr la transformación de los sistemas alimentarios desde las subjetividades y la cotidianidad y por último, conectar las distintas iniciativas locales de soberanía alimentaria sin eliminar las particularidades de sus luchas y demandas para lograr procesos más amplios a nivel regional y global. 

Con estos, habrá que sumar esfuerzos desde los gobiernos regionales y los actuales movimientos campesinos para combatir, pues, las causas verdaderas del hambre en el mundo y así poder reivindicar a los pequeños productores agrícolas. 

 


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