América Latina enfrenta una serie de retos para avanzar como región en brindar mayores niveles de bienestar a sus ciudadanos y lograr mejores niveles de desarrollo. Algunos de estos retos hacen referencia a aumentar los niveles de productividad de su aparato productivo, avanzar en la participación las redes de comercio global de productos con alto valor agregado, lograr mayor formalidad en su mercado laboral para contar con mejores niveles de ingreso en su población, disminuir los índices de pobreza, entre otros.
Ante este panorama, Colombia decidió impulsar un nuevo modelo de desarrollo para atender estas problemáticas basado en la construcción de políticas públicas que contribuyan, por un lado, a la recuperación del tejido social y cultural y, por otro, contribuir al desarrollo económico del país diversificando su modelo productivo.
La clave para lograr consolidar este modelo consiste en poner en valor los principales activos de nuestra sociedad y partir del reconocimiento de Colombia como un país diverso y multiétnico, donde las distintas regiones cuentan con su propia identidad, prácticas y formas de vivir la vida, las cuales enriquecen el tejido sociocultural del país, convirtiendo a Colombia en un territorio de historias, creatividad y saberes que son base para las vocaciones productivas de los territorios.
Es así como, luego de años de avances regulatorios y de política para el fortalecimiento del sector cultural, se formuló la Política de Economía Naranja la cual ubica a la cultura y a la creatividad como eje principal para la construcción de país debido a su capacidad para transformar sociedades, conservar la memoria y utilizar diferentes contextos sociales para mejorar las condiciones de vida y avanzar en mejores niveles de bienestar.
Incidir en las prácticas culturales, artísticas y creativas como eje central del desarrollo, busca tener un impacto en el quehacer y en la esencia de los colombianos, convirtiéndose de esta manera en la apuesta para la protección y potencialización de los sectores culturales y creativos, generando condiciones para lograr la sostenibilidad de las mismas, pero también fortalecer diferentes eslabones de la cadena de valor del sector y así mejores oportunidades en materia económica y social para nuestros creadores y gestores.
Es así como la política centra su mirada en los sectores que tienen como insumo fundamental las ideas y los contenidos, con base en la protección del derecho de autor y la propiedad intelectual, y son motor para alcanzar mayores niveles de desarrollo humano, pues no solo implican actividades económicas y de generación de ingresos, sino también cumplen una función social basada en el rol de la cultura en una sociedad, lo que posibilita hablar de procesos de innovación a partir de una valoración de lo local, lo ancestral y lo identitario, procesos claves para diferenciación dentro de un contexto cada vez más globalizado.
La Política de Economía Naranja, liderada por el Ministerio de Cultura de Colombia, trabaja de la mano con artistas, artesanos, creadores, gestores culturales, diseñadores, inventores, quienes tienen como base de su oficio y trabajo a la creatividad, el patrimonio y las artes. Le apostamos entonces a un sector más robusto, con una oferta de bienes y servicios culturales y creativos más sofisticada, con mayor circulación, con factores diferenciales frente a otros países. Lo anterior solo es posible a través de la creación de oportunidades en las regiones, entendiendo las vocaciones y particularidades, buscando que desde lo local se dé una mayor apertura hacia nuevos mercados nacionales, regionales y globales. Hablamos así de la producción de contenidos, nuevas narrativas audiovisuales, musicales, escénicas, en diálogo con actividades como el diseño, la publicidad, la creación de videojuegos, entre muchas otras actividades que combinan formas tradicionales de creación, con las posibilidades que ofrece el entorno digital y las nuevas tecnologías.
Este asidero en lo territorial significa que cada ciudad de Colombia puede hacer uso de los instrumentos que se construyen desde el nivel central y aplicarlos para detonar los sectores culturales y creativos a través del diálogo con sus comunidades, el entendimiento de las necesidades y el cumplimiento de los objetivos municipales a favor del desarrollo de su población. Actualmente Colombia cuenta con instrumentos de financiación bancaria, incentivos tributarios e inversión pública que han permitido en este gobierno movilizar más de $ 4.000 millones de dólares al sector. Este impacto ha sido posible gracias a un esfuerzo de articulación sin precedentes a través del Consejo Nacional de Economía Naranja, liderado por el Presidente de la República y que ha permitido a la cultura establecer vasos comunicantes con otros sectores estratégicos para el país.
Hoy, casi el 99% de municipios del país cuentan en sus planes de desarrollo local con componentes culturales y artísticos, medidas de protección del patrimonio, promoción de bibliotecas, entre otros. Así mismo, 544 municipios diseñaron metas relacionadas con la economía naranja: la circulación y comercialización de bienes y servicios culturales, el impulso y fortalecimiento al emprendimiento de base artística, creativa y tecnológica para la creación de aquella oferta más diversa y sofisticada.
Precisamente para avanzar en la generación de mayor valor agregado de esta oferta de productos, la Política de Economía Naranja reconoce la importancia del trabajo en red y en la construcción de puentes entre agentes y mercados. Las obras de arte, presentaciones de danza o teatro, contenidos audiovisuales, libros, contenidos web, diseños de moda o arquitectónicos, entre muchos más requieren de todo un conjunto de actores involucrados para ponerse a disposición de un público nacional y extranjero.
Este encuentro entre agentes permite que se cuente con mayor contenido simbólico y a la vez, se satisfaga una necesidad existente, tanto material como artística y cultural. De esa manera, reconocimos la necesidad de generar espacios al interior de las ciudades donde se detonen acciones para la sostenibilidad, como lo son las Áreas de Desarrollo Naranja, aquellas zonas geográficas coherentes con las vocaciones, fortalezas y necesidades culturales y creativas de cada municipio que permiten un círculo virtuoso donde el encuentro permite intercambiar ideas, conocimientos, planes de trabajo conjuntos, y estimular, de esta forma, bienes y servicios culturales y creativos con mayor valor agregado. Hoy Colombia cuenta con 95 ADN en 50 municipios que estimulan el desarrollo del ecosistema de cultura y la creatividad en clave de desarrollo.
Nuestro país le ha apostado a una política que centra su mirada en las regiones y cómo desde lo local podemos fortalecer a Colombia en su totalidad. Nos interesa fortalecer a cada agente cultural y creativo, pero también mejorar el ecosistema en el que se insertan, porque estamos convencidos que la mejor forma para ser reconocidos en el mundo es a través de la calidad de los contenidos e historias que día a día contamos todos los colombianos.