El mundo se enfrenta a una crisis mundial del hambre de dimensiones asombrosas. Los elementos combinados exacerbados por diversos conflictos, el cambio climático, los efectos de COVID-19 y la guerra en Ucrania han hecho que el precio de alimentos, combustible y fertilizantes aumente considerablemente. Como consecuencia, la inseguridad alimentaria ha aumentado de unos 135 millones de personas en 53 países (tasa anterior a la pandemia) a más de 345 millones en 82 países.
La pregunta que quizá se esté haciendo es: "¿Cómo afecta una guerra al otro lado del mundo a los precios al consumo?". Entre otros muchos factores micro y macroeconómicos mundiales, influyen de manera inmediatas en las cadenas de suministro de alimentos cosas como las sanciones, la interrupción y destrucción de infraestructuras esenciales y la complicación de las importaciones y exportaciones. El conflicto en Ucrania está haciendo subir los precios mundiales de los alimentos, porque hace que haya menos alimentos disponibles.
La subida de los precios y la disminución de las reservas de alimentos probablemente harán que continúe la escasez de alimentos y la inseguridad en países de todo el mundo, no sólo en las naciones más pobres, sino también en los países desarrollados.
La guerra llega a todos
La guerra en Ucrania repercute en las reservas mundiales de alimentos y en las cadenas de abastecimiento por varias razones: en primer lugar, Ucrania es uno de los seis principales productores mundiales de cereales. Rusia y Ucrania producen juntas alrededor del 6% de todo el grano mundial, pero exportan una cantidad mucho mayor (16%) de otros cereales como maíz, trigo, cebada y avena. Estos alimentos no sólo sirven para alimentar a los humanos, también son sustento para los animales.
Los piensos se utilizan para el ganado, como pollos, vacas y cerdos. Cuando los precios de los piensos para el ganado suben, en consecuencia también lo hace el precio de esas proteínas. La guerra interrumpe la producción y la exportación de cereales a países vulnerables que dependen de estos suministros como forma de apoyo y, a menudo, de ayuda humanitaria a otras regiones con problemas.
En segundo lugar, esta región-granero, en conexión con las vitales cadenas de suministro del Mar Negro -que actúa como local de tránsito para el trigo y los fertilizantes- está empujando las reservas mundiales de alimentos hacia altos índices de riesgo. En tercer lugar, Ucrania ocupa una posición única al ser uno de los principales productores mundiales de aceite de girasol -alrededor del 44%.
Este producto es utilizado en muchos alimentos domésticos y su escasez está obligando a los productores de alimentos a reformular sus productos, lo que cuesta tiempo y dinero que luego se traslada al consumidor. Incluso cuando se completa una reformulación, los nuevos ingredientes pueden encarecer el producto. Aunque la presencia de la guerra está afectando a los mercados mundiales, ya había problemas antes del COVID o de la guerra.
El hambre y sus principales causas
Erradicar el hambre en el mundo no es tanto una cuestión de oferta, como de complicaciones debidas a las infraestructuras, el acceso y la disponibilidad. Los países del mundo producen alimentos más que suficientes para alimentar a todos los habitantes del planeta, pero las complicaciones que surgen constantemente se deben a diversas causas. He aquí algunas de las causas más influyentes.
·Conflictos: Ya se trate de guerras, violencia de bandas o disputas tribales, los conflictos en cualquiera de sus formas son la principal causa del hambre porque desplazan familias, destruyen economías, destrozan infraestructuras e interrumpen la producción de alimentos. El 60% de las personas que pasan hambre viven en zonas de conflicto.
·Cambio climático: los patrones meteorológicos dependen de las temperaturas globales, al igual que la agricultura. Ecosistemas enteros están cambiando debido al cambio climático, y con ello la capacidad de cultivar alimentos. Además, el número de catástrofes meteorológicas extremas se ha duplicado en los últimos 30 años.
·Desperdicio de alimentos: de todos los alimentos producidos cada año, casi un tercio se desperdicia o se pierde a causa de insectos y plagas. En los países ricos, donde abundan los alimentos, éstos simplemente se tiran.
Cuando se combinan estos factores con un acontecimiento como la guerra de Ucrania o una pandemia, la ya asombrosamente alta tasa de pobreza mundial aumenta y las amenazas al acceso a los alimentos, que ya son tristemente habituales, se hacen más agudas. Conviene señalar, sin embargo, pero no se trata de un problema exclusivo de las naciones en desarrollo. Las naciones ricas y sus ciudadanos también lo sufren. Típicamente asociada a la pobreza, la falta de vivienda y la desigualdad, la escasez de alimentos oscila entre el 8 y el 20% de la población. Estas estadísticas han llevado a países como Australia, Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda y Estados Unidos a declarar estos problemas una prioridad de salud pública.
La combinación de los factores anteriormente mencionados crea consecuencias constantes en las poblaciones mundiales en forma de hambre, inflación y estrés económico. Aunque los índices de efectos son mayores en las naciones en desarrollo, las naciones más ricas también sufren y luchan por superar la escasez de alimentos. Los esfuerzos de los trabajadores sociales son primordiales para proporcionar ayuda en todo el mundo. En esta economía global, ninguna nación o individuo está solo.