Carolyn Steel o como los alimentos pueden salvar el mundo 

Si en la IV Cumbre de Regiones Hambre Cero pudimos contar con la intervención del estadunidense Paul Roberts, autor de “El hambre que viene”, en la V Cumbre de Barcelona tendremos a la inglesa Carolyn Steel, autora de “Ciudades Hambrientas” (2020) y “Sitopia” (2023). Este segundo libro, publicado en año pasado, lleva como subtítulo “Cómo los alimentos puede salvar el mundo”, algo que querremos que explique en la cumbre.

El libro plantea una situación en la que sabemos que, a nivel medioambiental, estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades y, a pesar de que somos perfectamente conscientes de ello, no reaccionamos o no lo hacemos con la contundencia que deberíamos. El libro busca salidas a este bloqueo y apunta que en la alimentación puede haber una clave.

Carolyn Steel, obviamente, reconoce las consecuencias medioambientales del cambio climático o de la superpoblación. Apunta, sin embargo, que la pérdida de especies (animales y vegetales) puede ser una amenaza aún mayor que el cambio climático. Afirma que estamos frente a una sexta extinción de especies y habla de aniquilación biológica. Esta representa una erosión masiva de la biodiversidad y una destrucción de los ecosistemas que son esenciales para la civilización. Ironiza con el hecho de que hay sensibilidad por la posible extinción de tigres o pandas, pero, que deberíamos ser igualmente sensibles a la desaparición de insectos o invertebrados, por cuando finalmente son esenciales para la vida humana.

El libro reconoce, de la misma manera que lo hace la FAO, que el sistema agrícola vigente, con un uso intensivo de abonos químicos y pesticidas, ha contribuido a estos problemas medioambientales, por cuanto ha provocado desforestaciones masivas, escasez de agua, agotamiento de los suelos y altos niveles de emisión de gases efecto invernadero. Nuestro sistema agrícola, con su manera de producir alimentos, de transportarlos y, sobre todo, de consumirlos, puede ser letal para el futuro humano en el planeta.

En este contexto parece, sin embargo, que se necesita aumentar la producción de alimentos. En 2017 la FAO en su informe “El futuro de la alimentación y de la agricultura” afirmaba que en 2030 la producción de alimentos debería incrementarse un 50%. El mismo informe de la FAO afirmaba que el sistema agrícola vigente no puede garantizar una producción sostenible de alimentarios. En este punto la autora se pregunta: ¿y ahora que hacemos?

Para Carolyn Steel la clave es poner en valor la comida. Rechaza la cultura por la que el alimento aparece en el plato por arte de magia y sin que las personas sean conscientes de su valor biológico. Plantea que la comida es vida, una vida que los humanos matamos para vivir nosotros. Partiendo de este punto, todo lo relacionado con el comer adquiere otra dimensión. 

La autora rechaza procesos de industrialización que acaban produciendo “comida basura”. Afirma que el hecho de que millones de personas no coman bien, ni sano, ni de manera sostenible es un grandísimo problema. “Decir que la comida basura es necesaria para que puedan comer los pobres -afirma- es algo demencial”. Se ocupa, pues, tanto del hambre, como del sobrepeso o la obesidad. Señala la paradoja, por ejemplo, de que 47 millones de estadounidenses dependan de vales públicos de comida y que acaben comiendo sólo comida basura, porque viven en zonas que son “desiertos alimentarios”, áreas urbanas donde es imposible comprar alimentos frescos. 

Carolyn Steel defiende el derecho a comer bien, ahora y en el futuro. Afirma que la comida nos enraíza en el mundo, tanto socialmente, como físicamente. Para ella, en el futuro, vivir en democracia debe comportar recuperar el control de la comida. La valoración de la comida, en su opinión, pasa también por adquirir conciencia de que ésta se produce dentro de nuestros límites ecológicos. Las prácticas agrícolas, así, deben imitar los ciclos biológicos. El libro explora, pues, todas las experiencias agrícolas no basadas en la de aportación de abonos químicos: siembra directa, abono verde, barbechos, la facilitación de sinergias similares a las de la naturaleza fomentando la yuxtaposición de hábitats…

La consecuencia más evidente de valorar la comida, afirma la autora, seria el renacimiento rural. Hoy, en todos los continentes, pueblos de todo el mundo se están vaciando y el campo, lejos del idilio rural, es cada vez más el vertedero para las externalidades urbanas. Pero, este cambio se debe producir porque, frente a la dinámica de la agricultura industrial, la nueva agricultura necesita más gente trabajando para producir comida y no menos. Con más gente viviendo en el campo y más dinero fluyendo hacia ahí, proliferarían de nuevo los servicios como oficinas de correos, escuelas, hospitales, tiendas, transportes, además de mejores redes de distribución, mercados, centros de alimentos…

La autora se muestra partidaria de un localismo “de guerrilla” y de tener una actitud de “resistencia local”. Afirma: “Cuidad del campo y el campo cuidará de vosotros”. Pero, más allá de esta defensa del ámbito rural, “Sitopía” aborda ampliamente el rol que las ciudades deben tener en relación con los alimentos. Así, habla de que en las ciudades puede haber huertos urbanos, “granjas verticales”, cultivos hidropónicos, granjas urbanas, ciudades jardín… con las periferias urbanas con campos agrícolas y un ámbito rural cercano que aporte productos de proximidad.

Sitopía es ante todo un gran toque de atención para los países más desarrollados. Steel defiende que los habitantes del norte tienen la obligación moral de reducir huella ambiental. Pero no sólo es un aviso de carácter moral. La autora les recomienda recuperar la soberanía en relación con la provisión de alimentos porque, advierte, los proveedores habituales pueden estar demasiado ocupados en su propia seguridad alimentaria “para alimentarnos a nosotros”.

Más información aquí: V Cumbre - Oru Fogar (regionsunies-fogar.org)

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